
22 Mar El mejor estudiante de clases – Relato erótico
La señora Rodríguez es muy conocida en la facultad de ingeniería por ser muy estricta y hermosa. Imparte sus clases de matemáticas siempre vestida con zapatos de tacón, de esos que uno imaginaria en una domina despiadada, y aunque no tengo el placer de conocerla en la intimidad, conozco como es en el aula de clases. Es una mujer dura e inflexible, con una voz ronca que lleva tu mente lejos hasta lugares oscuros llenos de humedad.
A pesar de que su clase es muy difícil, siempre está llena de estudiantes dispuestos con asistencia perfecta, esperando ver como estará vestida ese día la señora Rodríguez. Yo soy uno de esos muchos fanáticos enamorados que la maravillosa profesora tiene en la universidad, todos los días me levanto motivado para ir a estudiar, esperando incluso verla en los pasillos.
―Hay un rumor bastante caliente sobre la señorita Rodríguez ―me comentó un compañero un día cualquiera, al inicio del semestre―; dicen que la profesora es especialmente amorosa con aquellos alumnos que destacan durante un semestre.
―Explícate ―le pedí, confundido ante esta revelación.
―Que no captas nada, tío ―resopló él, poniendo los ojos en blanco―. La profesora se folla al alumno que tenga la nota más alta como recompensa por su esfuerzo.
Aquella revelación me descolocó durante días, pero me hizo tomar la decisión de intentar ser el mejor de la clase, por muy absurda que pudiera ser la razón. Mi vida social se fue por el caño; estuve estudiando hasta el cansancio, logrando que poco a poco los dulces ojos de la profesora se fijaran en mí. De pronto la descubrí centrándose en mi cuando daba sus clases; me saludaba en el pasillo con una sonrisa, y cada vez que me entregaba un examen parcial con nota perfecta, podía ver el deseo en su mirada.
Para cuando finalizó el semestre, mis compañeros ya me envidiaban lo suficiente para echarme miradas mordaces de vez en cuando, mientras que otros sentía un genuino orgullo. Era un honor que la profesora Rodríguez se fijara en ti. Cuando las notas fueron publicadas, recibí un mensaje de la profesora, quien me pedía amablemente que la visitara en su oficina a ultima hora de clases.
Estuve inquieto todo el día y cuando llegó el momento, la facultad estaba totalmente desierta. La profesora me recibió en su oficina y al entrar, pude escuchar el pestillo trabando la puerta. No intercambiamos palabra alguna, simplemente la dejé dominar la situación, como dominaba todo a su alrededor.
Me senté frente a su escritorio y ella se inclinó para darme un beso hambriento, acariciando mi pecho lánguidamente, logrando que la polla se me endureciera en un tiempo récord.
―Este semestre usted ha sido un estudiante excepcional y merece una recompensa por su duro trabajo ―susurró con aquella voz de terciopelo mientras abría mis pantalones para exponer mi polla.
Me trabajó con la mano como una experta, mientras yo luchaba por no correrme muy rápido. De pronto y sin previo aviso, se incorporó solo para inclinarse frente a mi, sobre el escritorio, mostrando su delicioso culo atrapado en una falda ceñida.
―Es hora de que tomes tu premio por ser el mejor ― dijo ella sonriéndome con picardía― ponte un condón y fóllame.
Con un gemido quejumbroso me apuré a obedecer la orden de la profesora, en medio de mi desesperación,jadeaba, yendo decidido a apartar las braguitas de encaje, solo para llegar más rápido a mi objetivo. Mi polla al entrar produjo un sonido húmedo por los jugos que su coño chorreaba. La follé con ímpetu, como un adolescente descontrolado y cuando me corrí, estuve a punto de desmayarme por la fuerza de mi orgasmo.
―Buen chico ―dijo contenta la profesora cuando se reincorporó mirándome con satisfacción―, por ahora hemos terminado, pero si sigues siendo un buen estudiante, no dudes que obtendrás recompensas por tu duro trabajo.
―Muchas gracias, profesora Rodríguez ―dije sin aliento mientras ella se arreglaba la falda― puedo hacer algo para complacerla… No sé si usted se corrió.
―Me ocuparé de mi misma apenas te vayas ―dijo ella haciendo un gesto impaciente― si eres lo suficientemente buen alumno te enseñaré a complacerme. Ahora retírate.
Sin mediar más palabras, salí de la oficina completamente feliz, prometiéndome ser el mejor estudiante durante cada semestre, con tal de que la señora Rodríguez fijara su atención en mí.
Fin.
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