
26 Feb Se siente bien volver a empezar – Relato erótico
Vuelvo a encontrarme con Alba en el mismo bar, a la misma hora en que solíamos quedar hace muchos años.
Como antes, me está esperando; no es que yo no sea puntual, muy por el contrario, pero ella siempre ha tenido la costumbre de llegar mucho más temprano a las citas.
Ya no somos un par de chiquillos. En su largo pelo puedo ver algunas canas, que estoy seguro que insiste en no pintar. Y en mi cara, estoy seguro de que puede ver que estoy cansado. No han sido años fáciles.
Empezamos a quedar cuando ambos entrábamos en nuestras carreras. Yo ingeniería, ella leyes. Siempre fue una mujer muy dedicada, muy seria; esto contrastaba con su forma de amar, tan desmedida. En la habitación, era una vorágine que nos engullía a ambos. Éramos más jóvenes y nuestras emociones estaban a flor de piel. Al entrar en ella sentía cosas que nunca me creí capaz de sentir, una fibra dentro de mí que vibraba y que me hacía, de a momentos, sentirme como un animal, dispuesto a devorarla.
Como sucede con muchas relaciones jóvenes, terminamos discutiendo por cosas estúpidas. Celos, estrés, no hace falta hablar sobre eso.
Ambos estábamos muy molestos con el otro. Y cuando se casó, sentí que mi corazón se había roto. Con esa maravilla que son las redes sociales, me enteré de que había sido mamá. «Pudo haber sido nuestro hijo», pensé.
De vez en cuando recordaba esos momentos que teníamos en la habitación; esos momentos en me tomaba con su boca o se sentaba sobre mi cadera y la empujaba. Sin pena alguna, puedo decir que aquellos recuerdos eran muy placenteros…
Supe por unos conocidos que se había divorciado. Volvimos a coincidir en las reuniones de amigos, volvimos a vernos a los ojos. Había pasado mucho tiempo, pero era como si todo siguiera igual.
Acordamos volver a vernos en el mismo bar, como solíamos hacer, solo para hablar. Las vi de nuevo con su pelo negro y corto, sus labios y sus uñas rojas. Su mirada verde y penetrante.
Pero como su fuera un acuerdo tácito, luego de un par de cervezas, nos levantamos ambos y, sin pensarlo, caminamos juntos a ese hotel de mala muerte que está en frente.
En una habitación mal iluminada, como dos amantes clandestinos, nos desnudamos sin apagar la luz. Podemos ver nuestros cuerpos. El tiempo ha pasado y a la vez no, las marcas en su cuerpo me parecen hermosas y verla mayor me excita de una forma en que no puedo explicar.
Y el deseo se sigue manifestando como se manifestaba en aquel entonces nuestras bocas se unen, fundiéndose en un beso húmedo. Usamos nuestras lenguas mientras nos abrazamos con fuerza, casi volviéndonos uno.
Solo logramos hacerlo en la cama, cuando se abre y me deja entrar en ella, en toda mi extensión.
Siento que me recibe como antes, apretando sus piernas alrededor de las mías, gimiendo con desesperación, y esa sensación a flor de piel se apodera de mi de nuevo.
Sus uñas, esas uñas asesinas, rasgan mi espalda como un pedazo de papel. Lucho por volverme uno con ella. Lucha por fundirse conmigo.
Y cuando todo termina, nos quedamos así un rato, recordando viejos tiempos. Se siente bien volver a empezar.
El fin.
No Comments