
08 Jul Te siento
—Ahhh que rico, de verdad que te extrañaba –te digo al oído mientras comienzas a mover mis caderas a tu ritmo–. Mmm delicioso. Tengo el deseo a flor de piel, estoy tan sensible, y ese vaivén que tienes es delicioso pronto alcanzó mi primer orgasmo, tu dorso desnudo roza mis pezones.
— ¿Sientes mi calor?
—sí, siento toda tu humedad, siento tu aroma, el deseo, hoy vuelves a ser mi puta!
Sus palabras resuenan en mi cabeza, desatando con ellas solas un nuevo orgasmo, mientras me sigue penetrando, mientras mis uñas se clavan en su espalda. Eso lo prende y aumenta el ritmo.
—¿Te gusta? –pregunte–, la verdad lo deseaba desde hace tiempo.
Su rostro tiene el deseo impreso, su cara siempre se transforma mientras me toma, cada que me hace suya sus facciones cambian, cada que me dice puta sus ojos brillan, eso provoca que se me acelere el pulso, el ritmo cardíaco y me moja, me moja saberme deseada, sentir que le pertenezco.
Escuchó su voz vibrar y le tomó del cabello, acarició su cabeza y jalo de su pelo al llegar otro gran orgasmo…
Siento como sales de mí, me bajas al suelo de forma delicada, me volteas y comienzas a trenzar mi pelo como en anteriores ocasiones, ya sé que sigue lo quiero, me calienta al pensarlo.
—¿Ahhh que vas a hacer? No contestas, simplemente me embistes, y me llevas a la cama con una fuerza… contigo dentro… La mitad de mi cuerpo cae en la cama, mis pies están en el piso, acaricias mi espalda, la
lames, con la intensidad de la penetración caigo en una cascada de orgasmos, es una delicia, nunca has perdido ese toque, no has olvidado, jalas mi trenza, siento como mi espalda se arquea ante el fuerte jalón, me levantas tocas mi humedad, dices al oído
—Me gusta como lo disfrutas.
—Azótame —es casi en una súplica.
Puedo verte sonreír —eso me excita—,tomas mis nalgas y las aprietas, tu mano cae con fuerza sobre mi culo, siento ese ardor, ese hormigueo que provocan tus golpes
—Siempre te ha gustado ese color en mi piel— cuando el castigo acaba cierras mis piernas, me pones de lado, luego tomas una de mis piernas la besas y después la levantas, te metes en medio, así, con mi vagina en esa posición llegas profundo, muy profundo, me corro de nuevo.
— ¡Que delicia!
S. MATURIN
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