Trabajando duro para la supervisora (Relato erótico)

Trabajando duro para la supervisora (Relato erótico)

José subió al ascensor principal del edificio donde trabajaba y de inmediato comenzó a sentirse molesto. Su supervisora, la señora Ramírez, se había dedicado desde el primer día a hacerle la vida imposible al pobre José, imponiéndole toda clase de trabajos y exigiendo que le entregara informes constantemente. Lo peor de todo es que a pesar de lo mal que la pasaba José, no podía evitar sentir deseo por la demandante señora Ramírez y sus faldas apretadas, que le marcaban el trasero de la forma más deliciosa.

Cada vez que esa diabólica mujer se ponía a gritarle su incompetencia debido a algún error en el en informe entregado, José sólo podía imaginar lo bien que podía trabajar su polla en los carnosos labios de su supervisora. Follarle la boca hasta que su ritmel manchara sus mejillas y su barbilla goteara saliva y semen.

-Por fin te dignas a aparecer, llevo horas esperándote -dijo la señorita Ramirez a modo de saludo, luciendo claramente irritada- esperemos que no hayas cometido ninguno de tus tontos errores.

José respiró hondo y de pronto notó que la oficina estaba casi vacía, pues muy pocas personas se quedaban después de las 18hrs un día viernes. Aquellos detalles hicieron que la adrenalina se disparara en su cuerpo rápidamente y sin pensarlo demasiado, se acercó más a la señorita Ramírez.

-Lamento la demora -dijo él dejando en la mesa el informe- ha sido un día largo y es fin de semana, seguramente usted debe sentirse muy cansada por todo el trabajo y el estrés. ¿Le gustaría un masaje en los hombros.

Ella puso una cara de sorpresa ante las palabras de su subordinado, pero para sorpresa de él, asintió con la cabeza. Con determinación, José poso ambas manos en los hombros de su jefa y comenzó a trazar círculos sobre los músculos tensos del cuello.

-Oh, eso se siente muy bien -gimió la señorita Ramírez con abandono.

-¿Qué tal esto?- Preguntó José deslizando una mano hacia el escote y atrapando un pecho con firmeza.

-Eso se siente aun mejor – aseguró ella mordiéndose el labio – por fin se esta comportando como un buen trabajador.

-Sólo quiero complacerla, señorita Ramírez – fue la respuesta de José antes de hacerla ponerse de pie y empujarla en el escritorio. Una mano levantó la falda dejando un coño expuesto y brillante.

-¿Sin bragas? Eso si que inspira a un hombre a ser un buen trabajador.

-Follame y callate – exigió con molestia la supervisora y fue recompensada con una fuerte nalgada antes de que José sacara su polla completamente dura y la hundiera en el calor resbaladizo de la señorita Ramírez.

La folló con fuerza, haciendo que el escritorio se deslizara varios centímetros, sacandole todo el placer posible a ese coño jugoso. La señorita Ramírez gemía y se retorcía, frotándose el clítoris con desesperación, disfrutando de lo bien que estaba siendo trabajada y se corrió con un gemido agudo que probablemente avisaría a los pocos que quedaban en ese piso, de lo que estaba sucediendo en esa oficina. Con esto en mente, José sacó su polla y se corrió sobre aquel enorme culo.

Desde ese día, la señorita Ramirez ha sido un poco más flexible con José.

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